La feminización facial es un aspecto relevante para muchas mujeres trans en su proceso de reafirmación de género. No todas las mujeres desean pasar por este tipo de tratamientos, pero para otras muchas armonizar y suavizar sus rasgos para que reflejen su identidad de género puede tener un impacto muy positivo en su autoestima y la forma de relacionarse con el mundo. De hecho, cuando se empieza a valorar este tipo de tratamiento, suele aparecer una pregunta fundamental: ¿Cómo elegir entre cirugía y medicina estética para la feminización facial? ¿Cuál de las dos ofrece mejores resultados? ¿Es necesario operarse para lograr una feminización visible?

La respuesta es clara: cada rostro es único, cada cuerpo tiene su historia y cada transición tiene su propio ritmo. Por ello, la feminización facial debe ser personalizada. En este artículo te explicamos las diferencias entre los tratamientos de medicina estética y cirugía plástica para que tengas más información a la hora de elegir.

Feminización facial: un abordaje integral

No podemos hablar de feminización facial como un tratamiento único o cerrado. Pues es un proceso que puede incluir diferentes procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos destinados a suavizar y armonizar los rasgos faciales, acercándolos a un patrón socialmente considerado típicamente femenino.

Este abordaje puede incluir diferentes aspectos del rostro: como el contorno del hueso frontal, los labios, la nariz, la línea del cabello, la forma de los ojos y las cejas, los pómulos, la textura de la piel… Lo más recomendable es contar con un equipo especializado que evalúe tu caso de forma individualizada e integral, teniendo en cuenta tus objetivos y las características anatómicas de tu rostro.

Cirugía de feminización facial

Las diferentes técnicas de cirugía de feminización facial permiten modificar estructuras óseas que no cambian con la hormonación ni con tratamientos estéticos. Se suelen realizar bajo anestesia general y requiere un periodo de recuperación más largo. Sus resultados son definitivos y pueden transformar de manera evidente el contorno del rostro y, con él, la lectura de identidad de género que hacen de ese rostro.
Algunas de las intervenciones más habituales incluyen:

    • Frontoplastia o reducción del hueso frontal y suavizado de la frente.
    • Avance de la línea del cabello para reducir la altura de la frente.
    • Rinoplastia para feminizar la forma de la nariz.
    • Contorno de la mandíbula y el mentón, que busca estilizar y redondear la parte inferior del rostro.
    • Reducción de la nuez o de la manzana de Adán que permite un cuello más liso sin la característica nuez de los hombres cis.
    • Lipotransferencia facial para dar volumen a zonas como los pómulos o las sienes y conseguir así una distribución de la grasa facial más típicamente femenina.
    • Lifting de labios que busca acortar la distancia entre el labio superior y la nariz, para feminizarlo.

Estas intervenciones de feminización facial pueden estar especialmente indicadas en mujeres trans que han hecho el tránsito en una edad adulta o que han pasado la pubertad sin bloqueo hormonal, ya que ciertos rasgos óseos se desarrollan en ese momento y no se revierten con estrógenos.

También son recomendables cuando se desea una transformación más marcada y duradera, o cuando la disforia facial es intensa y afecta a la vida cotidiana de la mujer.

Resultados después de la recuperación de vaginoplastia

Feminización facial sin cirugía

La medicina estética ofrece técnicas menos invasivas que permiten mejorar la armonía facial sin cirugía ni hospitalización. No modifica los huesos, pero sí puede suavizar volúmenes, aportar simetría o rejuvenecer la piel.
Las técnicas más comunes incluyen:

    • Rellenos faciales con ácido hialurónico, para marcar pómulos, redefinir el mentón o suavizar la mandíbula o definir el contorno facial.
    • Neuromoduladores, para relajar músculos de la frente y elevar cejas.
    • Bioestimulación con inductores de colágeno, para mejorar la firmeza de la piel
    • Tratamientos de calidad cutánea que mejoran la textura, la firmeza y la porosidad del cutis como mesoterapia facial, peelings químico, los tratamientos con Potenza o Morpheus,
    • Rehidratación y perfilado labial con ácido hialurónico, que mejora la proyección y volumen sin cirugía, al tiempo que permiten conseguir una forma voluptuosa y definida de los labios. Este, es sin duda, el tratamiento más solicitado.

Estas técnicas de feminización facial sin cirugía, se suelen recomendar a quienes quieren explorar cambios graduales, o que desean realzar algunos rasgos concretos, como los labios, sin pasar por quirófano. También pueden utilizarse como complemento de la cirugía.

¿Qué opción es mejor para ti: cirugía o medicina estética?

No hay una respuesta cerrada, sino que siempre debe ser personalizada y siguiendo los consejos de un equipo especializado en feminización facial. Algunos de los criterios que tienen en cuenta en IM GENDER para aconsejarte un camino u otro son los siguientes:

    • Expectativas personales: ¿Buscas un cambio sutil o más marcado? ¿Qué zonas de tu rostro te generan mayor disconformidad?
    • Características faciales: ¿Tu estructura ósea permite resultados visibles con medicina estética? ¿Hay elementos que solo podrían cambiarse con cirugía plástica?
    • Estado emocional y social: ¿Tienes un entorno que te apoye durante una recuperación quirúrgica? ¿Prefieres ir paso a paso?
      Presupuesto: Aunque la medicina estética suele ser más accesible en un primer momento, la cirugía ofrece resultados permanentes que a largo plazo pueden ser más estables.
    • Salud general: Algunos aspectos de tu salud pueden limitar o condicionar las opciones. Es importante que tu médico cuente con toda la información al respecto.

Cirugía y medicina estética combinadas para lograr un rostro más femenino

Muchas mujeres trans combinan cirugía y medicina estética para lograr un resultado más completo y adaptado a su ritmo. Algunas optan por empezar con tratamientos estéticos y, con el tiempo, deciden dar el paso a la cirugía. Otras se operan y, meses después, utilizan ácido hialurónico u otros tratamientos para mejorar los volúmenes o la textura de la piel.

También debemos tener en cuenta que, muchas veces, los cambios que se consiguen con la cirugía plástica no se podrían conseguir con la medicina estética, y al revés. Por ejemplo, con tratamientos estéticos no podríamos rebajar los arcos supraciliares o afinar la forma de la mandíbula. Mientras que con la cirugía no se puede mejorar la calidad de la piel o el volumen de los labios.

Elegir entre cirugía y medicina estética es una elección personal que debe ser informada por un equipo especializado. ¿Cómo elegir entre cirugía y medicina estética para la feminización facial?, en IM GENDER podemos ayudarte.

Resultados después de la recuperación de vaginoplastia

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