Las familias de niños transexuales reclaman sus derechos. El colectivo goza de una mayor visibilidad y aceptación social y pide a la administración más derechos en una etapa clave: en la minoría de edad.
La transexualidad infantil todavía es un tema poco conocido y socialmente poco aceptado.
ADRIÀ FERRAGUT SOLER, Barcelona
17/07/2017 00:05 | Actualizado a 17/07/2017 08:32
“No te gustaban las pelotas, sino las muñecas; no te gustaban las zapatillas, sino los tacones; no te gustaban los pantalones, sino las faldas. Por aquel entonces, llegué a pensar que tenía un niño y que posiblemente sería homosexual, pero nunca se me cruzó por la cabeza que podías ser una niña”. Con estas palabras el actor porno Nacho Vidal hacía público, mediante una carta publicada en los medios, su amor y apoyo incondicional a su hija Violeta, quien a los diez años fue consciente de lo que le ‘pasaba’. “Un día, tu mamá y tú visteis un documental en la televisión en el que salía una niña transexual. Cuando terminó, le dijiste a tu madre que eso era lo mismo que te pasaba a ti”.
La transexualidad en menores de edad es una realidad cada día más visible y los medios de comunicación se hacen eco con frecuencia, quizás por el alboroto mediático que pueda generar, de la aprobación que brindan algunos padres a la identificación de género de sus pequeños. Se trata de una condición que choca con la opinión de la sociedad, que aún se pregunta si un menor está capacitado para emprender un proceso que pueda devenir irreversible para el resto de su vida.
Parte de la sociedad se pregunta si un menor está capacitado para emprender un proceso casi irreversible.
Angelina Jolie y Brad Pitt son probablemente el ejemplo más mediático de una situación que afecta a uno de cada mil niños. En las últimas semanas, Shiloh Nouvel Jolie-Pitt de diez años, ha sido protagonista en una multitud de medios porque supuestamente había empezado el tratamiento hormonal que ‘bloquea’ la pubertad bajo el consentimiento de sus padres.
En España han salido a la luz un gran número de casos en diferentes fases. Desde Noa, una zaragozana de cinco años que nació niño y que a los tres, en cuanto fue dueña del lenguaje, se refirió a ella misma como una niña. O Dylan de doce, quién se ha convertido en el primer menor ‘trans’ de España que, tras una resolución judicial novedosa, ha podido cambiar el sexo en su d.n.i., uno de los principales reclamos del colectivo.
La visibilidad de este colectivo crece, pero, ¿cuáles son los pasos que tiene que seguir un@ menor transexual y su familia cuando se dan cuenta de la condición del menor?
Uno de cada mil niñ@s es transexual
El Dr. Iván Mañero, cirujano plástico, estético y reconstructivo, es un referente a nivel mundial en la reasignación de género de personas transexuales. El especialista alerta que es fundamental una rápida identificación y el grado de aceptación de los padres; “los niños transexuales inician el camino a los 2-3 años, cuando el ser humano diferencia entre niños y niñas y ven que algo no funciona. Al principio es una confusión y no se hace visible, pero a los 4-5 años empiezan a tener un comportamiento extraño y es muy importante cómo reaccionan los padres delante de este comportamiento”.
Hace unos años la actitud de los padres era corregir ese comportamiento ya que pensaban que se trataba de ”una anomalía”. Sin duda un grave error, según el autor del ‘Estudio de la evolución de la transexualidad en los últimos 15 años’, ya que el niño lo percibe como “cuando hago lo que me apetece, mi madre y mi padre me regañan o me pegan para corregirlo”. De esta manera “aprenden a no hacer visible ese comportamiento ya que los menores son castigados por ser ellos”, y así se sobredimensiona a la larga algo que “no debería ser un problema”, asegura.
El doctor recomienda que “lo mejor” que puede hacer la familia si ve un comportamiento extraño es “llevar al niño al pediatra o a un psicólogo infantil que conozca bien el tema. Es fundamental acudir a tipos de unidades especializadas como la unidad de identidad de género del Hospital Clínic para menores”. Una vez ahí todo el sistema social tiene que ponerse “en funcionamiento”, tanto en la familia como en la escuela, donde, “se tiene que saber y aceptar”. “ El niño que se sienta niña tiene que poder ir al centro vestido de niña, no pasa nada, su entorno debe aceptarlo”.
Las unidades especializadas estan pensadas para orientar a los padres y no tratan al menor
La unidad especializada da inicio a una primera fase del proceso mediante un diagnóstico de transexualidad pero fundamentalmente está pensada para el entorno más cercano del menor. Una unidad, según Mañero, que “no categoriza al niño, que tiene claro que no se le tiene que tratar”. “El principal objetivo es orientar a los padres para que puedan actuar de la mejor manera a nivel familiar”.
Jaume Ulldemolins, presidente la Asociación de padres de hijos transexuales en Catalunya (Chrysallis), considera que en esta primera fase es clave el compromiso de ambos progenitores por igual. “Esa es la batalla, todavía cuesta. Hay familias donde hay uno (padre o madre) que le cuesta más de ver, llegándose incluso a separaciones familiares por la no aceptación de uno de ellos”, una situación que puede afectar “severamente” al desarrollo y aceptación propia del menor.
A los 12 años empieza la segunda fase del proceso que va estrechamente ligada al desarrollo del cuerpo del adolescente. Ivan Mañero avisa de su vital trascendencia. “Al niñ@ se le tiene que acompañar y seguir en la adolescencia, donde hay un fenómeno biológico muy importante. Liberan las hormonas sexuales y se hacen transformaciones. Si ya resulta traumático en cualquier niño o niña, imagínese en uno transexual que ve cómo su cuerpo se le está convirtiendo en lo que no quiere” expone preocupado.
La pubertad significa un descalabro severo para el menor y es entonces donde se puede iniciar un tratamiento hormonal mediante pastillaspara “minimizar la agresividad de posibles cirugías futuras”. Se trata de unos ‘bloqueadores’ de pubertad que retardan el desarrollo del adolescente y que sirve de paso previo para una tercera fase definitiva, la cirugía de reasignación de sexo.
En la adolescencia se puede iniciar un tratamiento hormonal para minimizar posibles cirugías futuras
La ley 3/2007 contempla que una persona transexual podrá operarse para el cambio de sexo a partir de la mayoría de edad. Sin embargo, no todos los ‘trans’ quieren pasar por esta tercera fase. Gina Serra, presidenta de la Asociación transexuales, intersexuales y transgénero de Catalunya, explica que “hay mucha gente joven de 15 o16 años que su objetivo final no es pasar por el quirófano. Socialmente no tienen problema en vivir en un cuerpo diferente a su sexo”.
Serra reflexiona sobre el cambio social que ha habido en las últimas décadas: “antes teníamos un concepto de ser aceptados en una sociedad, por eso llegábamos a hacer operaciones, hacíamos pasos que eran inimaginables. Hoy en día el menor busca que la sociedad entienda lo que él siente, se expresa tal y como es, como piensa y como lo transmite. Antes buscábamos adaptarnos a la sociedad y hoy un menor lucha por poder entrar en la sociedad tal y como es”.
Muchos transexuales, en contra del cliché, no les hace falta pasar por quirófano. No obstante, reclaman derechos básicos más sencillos de materializar y que les afectan sobre todo cuando son menores de edad. La lucha se centra en el cambio de nombre y sexo en los documentos oficiales.
Chrisallys denuncia, pese a las primeras excepciones por resoluciones judiciales, que “en el estado español tenemos una ley que no recoge que se produzca este cambio de nombre, ya que tienes que ser mayor de edad, con 2 años de tratamiento médico y un informe de los médicos certificando que el interesado sufre una disforia de género.” Una categorización de patología que demuestra que en esta materia estamos “años atrás de otros países como Finlandia o Holanda”.
Muchos ’trans’ no se operan porque socialmente no tienen problema en vivir en un cuerpo diferente a su sexo